sábado, 14 de mayo de 2011

Indígnate CP4

La indiferencia: la peor de las actitudes
  Es verdad, las razones para indignarse pueden parecer hoy menos claras o el mundo demasiado complejo. ¿Quién controla, quién decide? No es siempre fácil distinguir entre todas las corrientes que nos gobiernan. No se trata de una pequeña élite de la que comprendemos claramente las acciones. Es un vasto mundo, que nos- otros sentimos que es interdependiente. Vivimos en una interconectividad como nunca hasta ahora ha existido. Pero en este mundo, hay cosas insoportables. Para verlo, es preciso mirar bien, buscar. Digo a los jóvenes: ¡Buscad un poco,  vais a en- contrar!. La peor de las actitudes es la indiferencia, decir “yo no puedo hacer nada, qué estoy haciendo”. Al comportaros así, perdéis uno de los componentes esenciales que hace al humano. Uno de los componentes indispensables: la facultad de indig- nación y el compromiso en el que está la consecuencia.
    Se pueden ya identificar dos grandes nuevos retos:
  1. La inmensa brecha que existe entre los muy pobres y los muy ricos y que no cesa de crecer. Es una innovación de los siglos XX y XXI. Los muy pobres en el mundo de hoy ganan apenas dos dólares por día. No podemos dejar que esa brecha se amplíe aún más. Este solo hecho debe generar un compromiso.
  2. Los derechos del hombre y el estado del planeta. Tuve la suerte, después de la Liberación, de ser socio de la redacción de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre adoptada por la Organización de las Naciones Unidas, el 10 de diciem- bre de 1948, en París, en el palacio de Chaillot. Es un título de jefe de gabinete de Henri Laugier, secretario general adjunto de la ONU, y secretario de la Comisión de los Derechos del hombre que tengo, con otros, y que me llevó a participar en la re- dacción de esta Declaración. No olvido, en su elaboración, el papel de René Bassin, 
 
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comisario nacional de Justicia y Educación del gobierno de la Francia libre, en Lon- dres, en 1941, que fue premio Nobel de la Paz en 1968, ni el de Pierre Mendés France en el seno del Consejo económico y social a quien los textos que elaboramos eran sometidos, antes de ser examinados por la Tercera comisión de la Asamblea ge- neral, encargada de las cuestiones sociales, humanitarias y culturales. Naciones Uni- das contaba entonces con cincuenta y cuatro Estados miembros, y yo asumía el secretariado. Es a René Bassin a quien debemos el término de derechos “universales” y no “internacionales” como proponían nuestros amigos anglo-sajones. Pues se tra- taba de salir de la segunda guerra mundial: emanciparse de las amenazas que el to- talitarismo ha hecho pesar sobre la humanidad. Para emanciparse, es preciso obtener que los Estados miembros de la ONU se comprometan a respetar estos derechos universales. Es una manera de derrotar el argumento de plena  soberanía que un Es- tado puede hacer  valer mientras que la participación en los delitos contra la huma- nidad subsistían. Éste fue el caso de Hitler que se estimaba maestro en casa y autorizado a provocar un genocidio. Esta declaración universal debe mucho a la re- vulsión universal contra el nazismo, el fascismo, el totalitarismo, e incluso, por nues- tra presencia, al espíritu de la Resistencia. Yo sentía que había que actuar con rapidez, no dejarse engañar siempre con la hipocresía que había en la adhesión pro- clamada por los ganadores de estos valores que no todos tenían la intención de pro- mover legalmente, pero que estábamos intentando imponer3.
  No resisto al orgullo de citar el artículo 15 de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre: “Todo individuo tiene derecho a una nacionalidad”; el artí- culo 22: “Toda persona, en tanto que miembro de una sociedad, tiene derecho a la Seguridad social; ella está fundada en la obtención de la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad, gracias al esfuerzo nacional y a la cooperación internacional, dada la organización y los recursos de cada país”. Y si esta declaración tiene un ám- bito de aplicación declarativa, y no jurídica, sin embargo ha jugado un papel impor- tante después  de 1948;  se vio en los pueblos  colonizados en su lucha de independencia; ella fue sembrada por los espíritus en su combate por la libertad.
  Constato con placer que en los últimos decenios se han multiplicado las organi- zaciones no gubernamentales, los movimientos sociales como ATTAC (Asociación para la Tasación de las Transacciones Financieras), la FIDH (Federación Internacional de los Derechos del Hombre), Amnistía…, que son activas y competentes. Es evi- dente que para ser eficaz hoy, es preciso, actuando como una red, hacer uso de todos los medios modernos de comunicación.
  A los jóvenes, digo: ¡Mirad alrededor de vosotros, encontraréis los temas que jus- tifican vuestra indignación –el trato dado a los inmigrantes, a los sin-papeles, a los romanís!. Encontraréis situaciones concretas que os ofrecen a iniciar una acción ciu- dadana fuerte. ¡Buscad y encontraréis! 

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